Es la estructura más simple del capital de una empresa. Mediante la compra de una acción el tenedor se vuelve dueño de una parte de la empresa. El pago de dividendos es opcional, supeditado a la decisión de los directores en función de los resultados que genere la empresa. Los fondos obtenidos por la emisión de acciones ordinarias son considerados en su totalidad como TIER I por los reguladores, puesto que se entiende que dicho capital no necesita ser devuelto a los accionistas y será absorbido por las pérdidas operativas de la empresa. Ante un evento de liquidación, quiebra o bancarrota, los tenedores de acciones ordinarias son los últimos en la lista de cobro.
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